La televisión nos puede aislar

Según un estudio realizado reciente­mente por una consultora, bajo el títu­lo «¿Qué hace feliz a la gente?», quie­nes no están a gusto con su matrimo­nio o atraviesan un período de crisis de pareja consumen un 10 por ciento más de televisión que aquellas duplas felices y conformes con su relación.

La explicación resulta clara: la pér­dida de comunicación, los desen­cuentros y el clima tenso nos alejan de las actividades compartidas y nos llevan al aislamiento. Incluso, mu­chas veces, la televisión puede ser la excusa perfecta para evitar posibles discusiones y negar la realidad; una especie de escape que, a largo pla­zo, no aporta ningún beneficio, sino que acumula cuentas pendientes y posterga decisiones. Además, para las personas más vul­nerables y con tendencia a la depre­sión, el exceso de televisión puede re­sultar adictivo, con consecuencias no muy felices: pérdida de tiempo para el desarrollo en otros campos más crea­tivos, sedentarismo e inclinación al escape y la negación, en lugar de ani­marse a salir adelante. Lo mejor será, entonces, disfrutar de la tele, pero con límites y sin que nos aleje de nuestros gustos, actividades y, sobre todo, de nuestros afectos.

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