«¿Qué es un Shaman o Chamán?» Segunda parte

Segunda Parte de «¿Qué es un Shaman o Chamán?», por Craig Chalquist. Ir a la  primera aquí.

Algunas de las artes creadas por los shamanes para tal realización incluyen: tocar tambores, música, acrobacia, teatro, arquitectura, escultura, tallado, pintura, pintura en arena, pintura corporal, tatuajes, mudras, talismanes, malabares, ilusionismo, títeres, ventriloquia, equilibrio en cuerda floja, pirofagia, entrenamiento de animales, escritura, cultivo de plantas, astronomía, metalurgia y las artes de la navegación.

Tales proezas requieren de un entrenamiento riguroso y muchos años de paciente práctica. Por lo tanto, la instrucción shamanística tradicional es supervisada externamente por otros shamanes e internamente por seres o guardianes espirituales que ofrecen su amistad y otorgan poder al aprendiz. Los seres espirituales son particularmente importantes: ningún shamán se convierte en shamán sin recibir una seña aprobatoria transpersonal de ellos. Aunque algunas tácticas de ventas de la Nueva Era dan a entender que convertirse en shamán implica simplemente encender incienso y hacer algunas visualizaciones guiadas, (razón por la cual la mayoría de lo que hoy en día se anuncia como shamanismo es mera palabrería), el sentido del llamado en el auténtico shamán no es un antojo o capricho, sino el heraldo de una vocación peligrosa. Es abrumador, cambiando el curso de la vida, aplastando temporalmente al ego, y a menudo tan doloroso que llega al punto del pánico. Como lo describe el shamán Sioux Alce Negro (Black Elk):

Cuando llega una visión de los seres de trueno del oeste,
llega con terror como una tormenta de relámpagos.
Pero cuando pasa la tormenta de visión, el mundo es más verde y más feliz,
pues donde la verdad de la visión cae sobre el mundo, es como la lluvia.
Verás, el mundo es más feliz después del terror de la tormenta.

ritual chamanismo chaman

A menudo el llamado llega en forma de una crisis mental o física incurable por los métodos normales. Para asumir su vocación, o incluso en algunos casos para sobrevivir, el iniciado debe curarse a sí mismo. Durante este proceso, la curación simboliza una especie de muerte, particularmente la muerte de una parte de sí mismo con la que el iniciado tenía tendencia a identificarse; quizás haya sueños de entierros, desmembramientos, reemplazo de ojos u oídos, transformación de órganos o huesos. Un viejo yo expira y el nuevo asume la responsabilidad de aprender la geografía de lo no ordinario que comienza a abrirse rápidamente frente a él, aprendizaje que incluye nombrar objetos, poderes, lugares y seres de otros mundos y transferir sus poderes a la vida cotidiana.

Puesto que tales poderes abundan en el mundo percibido por la consciencia shamanística, el shamán ve la naturaleza como un sistema espiritual-energético y observa cuidadosamente sus equilibrios e interdependencias. Al principio los antropólogos atribuían la perspectiva shamanística a un animismo primitivo. Hoy, en la sinceridad del shamán hacia los espíritus o esencias de las cosas animadas e inanimadas, podemos ver un respeto del que nuestro mundo tan dañado ecológicamente ya no puede prescindir.

Aunque los shamanes se encuentran en todos lados, el grado de su aceptación varía. La Inquisición, por ejemplo, los exterminaba, mientras que muchas sociedades nativas han honrado al shamán y valorado sus conocimientos (por ejemplo, los Hataali o cantantes Navajo, a quienes se les ofrecían regalos por producir, de una memoria altamente entrenada, cantos que duraban una semana entera para las ceremonias principales). Los occidentales modernos que toman literalmente lo que escuchan sobre los animales de poder y los viajes del alma, o bien ostentan una idealización infantil de las habilidades del shamán, o los menosprecian considerándolos como remanentes de otras épocas. Ninguna de estas perspectivas comprende la vitalidad simbólica de las prácticas shamanísticas ni las profundidades insondables de los dominios del shamán: el psique arquetípico, tan extensamente inexplorado. Para decirlo en el lenguaje de Jung: al igual que la alquimia, el shamanismo expresa una forma proyectada particularmente pura de la psicología del inconsciente colectivo.

Tercera y última parte de «¿Qué es un Shaman o Chamán?», por Craig Chalquist.