El sentido del humor en la pareja y el amor – Parte II

Decir sin querer

«El humor es una herramienta tan válida como cualquier otra dice Robert L. Weiss, psicólogo de la Universidad de Oregon estudioso del humor en las relaciones. «La gente usa el humor en muchas formas diferentes; a veces, en sentidos negativos. No es una cosa única, monolítica». Incluso las formas más dulces y divertidas de utilizarlo tienen una contracara negativa, una versión agresiva, egoísta o manipuladora. Al igual que los comentarios chistosos en el trabajo, los cuales pueden fácilmente interpretarse como halago o como ataques, el humor tiene dos caras, tan íntimamente entrelazadas que hacen que ya no sea tan gracioso.

Probablemente todos hayamos tenido una pareja que hacía chistes hostiles sobre nuestras características que menos le gustaran (como la timidez, la irritabilidad), bromeando y burlándose, en la intimidad, de formas más sutiles. Si, por ejemplo, tu pareja te hace una broma para cambiar de tema cada vez que intentás hablar de las cuentas pendientes, es probable que ni siquiera notes que él está tratando de ser gracioso. Simplemente, te vas a enojar y preguntarás por qué no son capaces de hablar de las cosas realmente importantes en las que cuesta ponerse de acuerdo.

La estructura básica de una broma es, justamente, decir una cosa y querer decir otra. Eso es exactamente lo que la convierte en una herramienta útil en las relaciones humanas. «El humor es intrínsecamente ambiguo. Así es como funciona. Uno está diciendo más de una cosa, y nunca queda del todo claro cuál es el mensaje», explica Martin. Nos permite plantear ciertas ideas de forma provisoria y cambiarlas si no son bien recibidas. Es una estrategia de comunicación flexible, una forma de explorar el terreno de conversación antes de tomar determinaciones.

«Un estudio realizado en los Estados Unidos descubrió que a los hombres les gustan las bromas y los chistes más que a las mujeres, mientras que ellas tienden a encontrar más diversión en la narración de anécdotas en las que todos puedan participar».

La médica Elizabeth Gifford utilizó esta estrategia al sacar a flote la idea del matrimonio unas semanas después empezar a salir con su novio. No bien lo conoció, ella supo que él era el hombre de su vida y quiso saber si él estaba pensando en la misma dirección, pero sin asustarlo. Entonces se lanzó y le dijo: «Mi amor, ¿crees que debamos festejar la boda en Birmingham o en Brooklyn?». Se respaldó en un tono jocoso y en un comentario claramente en broma, para sacar a relucir un tema que podría resultar ríspido de otra manera. Si él hubiera reaccionado de una forma negativa, ella simplemente podría haber salido del paso con un simple comentario, como: «Te asustaste, ¡eh!, era un chiste».

El humor puede unir parejas, lo que probablemente sea uno de sus más claros beneficios. Howard Markman, un psicólogo que trabaja en asesoramiento de parejas en Colorado (Estados Unidos), elige iniciar sus retiros con una broma o un video gracioso. «Cuando las parejas están riendo juntas, se sienten más positivas y abiertas hacia los demás. Son más propensas a darse los unos a otros el beneficio de la duda», explica. Este puede ser el uso más positivo del humor, ya que es difícil verle un lado negativo a este aspecto.

A veces, una broma oportuna puede calmar una situación conflictiva antes de que se intensifique. Diana Spoto, profesora y entrenadora de caballos, recuerda una pelea especialmente agresiva con su esposo, Franco. En medio de la discusión, Diana corrió hacia donde estaba él y le lamió la nariz, cortando en seco el enfrentamiento.

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El humor también puede cambiar nuestro estado de ánimo o introducir otro punto de vista. «Estuve sumergida en un estado de depresión que duró casi un año, en el que creía que todo el mundo estaba en mi contra, y me sentía totalmente abrumada. Entonces, mi novio solía mirarme muy seriamente y decirme: ‘Nadie pero nadie te quiere’. Me ponía histérica que se burlara de mí», recuerda Lisa, una blogger. Al exagerar el triste punto de vista que Lisa tenía sobre el mundo, su novio le hizo saber que él pensaba que no era realista, y paulatinamente la ayudó a conseguir un poco de perspectiva sobre su propia depresión.

PARTE III